Escrito por: Laura Cuenca.

Personas con cubrebocas


En la década de los noventa, médicos, científicos e investigadores acuñaron el término ‘sindemia’. Hoy, con la aparición de la enfermedad causada por el coronavirus y que la mayoría hemos denominado como pandemia, algunos profesionales de la salud se están planteando que, en realidad, estamos frente a una sindemia.

Con el aumento del consumo de drogas en personas que tenían enfermedades de transmisión sexual y otras derivadas de los malos hábitos de higiene y la mala alimentación, los problemas crecían rápidamente y el riesgo de perder la vida por parte de ese sector de la población en algunos países aumentaba considerablemente en aquellas épocas.

Médicos como el estadounidense, Merrill Singer, comenzaron a distinguir entre un simple caso de adicción y un conjunto de problemas asociados en una persona. Sabían que la aproximación a cada situación debía ser distinta y que mientras un paciente presentaba varios problemas de salud, la forma de enfrentar su posible cura y recuperación, distaba mucho de la forma en que se estaba haciendo. El impacto no es el mismo cuando una persona se contagia pero cuenta con condiciones de salud óptimas.

Ahí fue cuando surgió el término.

Qué es sindemia


Pobreza


Sindemia
es una palabra que surge de la combinación de ‘sinergia’ y ‘pandemia’. El impacto de una enfermedad contagiosa sobre un paciente, que se asocia a otras enfermedades no contagiosas que padece el mismo individuo.

En ciertas regiones de algunos países o bien, en países enteros, la desigualdad y las condiciones de salud de la población son precarias. 

Las personas con una pobre condición de salud, generalmente afectadas por enfermedades no contagiosas, se enfrentarán a un impacto devastador en caso de contagiarse de coronavirus. Mientras que en otros lugares, las condiciones de salud de grupos de la población que cuentan con mejores condiciones y acceso a servicios de salud de mayor nivel, el impacto podría reducirse.


Quizá a lo largo de la pandemia de COVID-19 se ha mencionado en múltiples ocasiones sobre el riesgo que corren las personas con prevalencias; sin embargo, no se ha propuesto una estrategia distinta para, precisamente, atender a este sector de la población que necesita ser atendido de distinta forma.

Eso es exactamente lo que los médicos en muchas partes del mundo están tratando de hacer conscientes a los gobiernos y sistemas de salud. 

Según los expertos, en la actualidad nos hemos concentrado en tratar de romper las cadenas de contagio, contraatacar a la enfermedad con toda clase de medicamentos y desarrollar una vacuna para tratar de erradicar al coronavirus tanto como sea posible; sin embargo, no hemos puesto atención en cómo reducir el impacto en comunidades enteras que no gozan de las mejores condiciones de salud, infraestructura y todo lo necesario para llevar una vida más sana y con un respuesta más adecuada a sus enfermos.

Son millones de personas en el mundo, quizá cientos o algunos miles de millones que no tienen las condiciones económicas, físicas y de salud para salir adelante después de una enfermedad tan violenta como la que estamos encarando todos en este momento. De continuar esta nueva ola de contagios, si no estamos preparados para ayudar a ese grupo desprotegido de personas, la catástrofe será aún peor de lo que imaginamos.

Quizá sea un buen momento para discutir sobre la recategorización de este problema que nos afecta a todos y lo enfrentemos desde un perspectiva más integral, previendo todos los posibles daños que puede causar, identificar a los más susceptibles de recibir un impacto devastador y comenzar a tomar medidas aún más efectivas.


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