Escrito por: JADE.
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Noticias prometedoras sobre la efectividad de al menos
3 vacunas contra el COVID-19 llegan de varios países. Aparentemente, el
desarrollo Oxford-AstraZeneca es el que más esperanzas arroja hasta el
momento. Hacemos votos para que todas sean exitosas en sus estudios clínicos
con humanos y lleguen lo más pronto posible
a toda la población mundial.
Ante la posible llegada de una vacuna efectiva contra esta enfermedad
causada por el coronavirus, está un primer reto: el que cada país tenga
suficientes vacunas a tiempo, para satisfacer las necesidad de su población.
Será menester de negociadores expertos, capacidad de producción de las
empresas que lo fabriquen, intermediación de las Naciones Unidas y la
Organización Mundial de la Salud y, sobre todo,
buena voluntad de todas las partes para que se haga una distribución
justa y anteponer el sentido humano antes que el comercial.
Dicho esto, surge la duda de cómo debería organizarse una
campaña de vacunación contra el COVID-19 efectiva en México.
Mi opinión y dadas los altos riesgos de contagio en los centros de salud,
clínicas y hospitales, la estrategia tiene que ir
en sentido contrario al que se le ha dado a otras campañas como la de
la influenza.
Creo que no se le debe dar el trato de obligatoria, pero sí hacerla muy
accesible a la gente; es decir,
acercarse a la mayor cantidad de personas. Reforzar con una
campaña de concientización en todos los medios, sería indispensable.
Recordemos que desafortunadamente, muchas de las personas que
no se vacunan lo hacen por pereza o por desconocimiento; por tanto,
la mejor estrategia según mi óptica es la de hacer una campaña similar
a
lo que hace el INEGI o las campañas de vacunación antirrábica: ir casa por
casa aplicando la vacuna.
Entiendo lo que esto significa en despliegue de recursos; sin embargo,
sólo eso salvará la vida de una población a la que le hace falta
trabajo y, al mismo tiempo, no correr riesgos mortales.
Estoy seguro que se tiene el personal suficiente y la posibilidad de capacitar
a muchos voluntarios que bien podrían ser estudiantes de
escuelas de medicina, enfermería y técnicas médicas a lo largo de todo
el país para completar brigadas bien nutridas y cargadas de vacunas para que,
sin excusa, la vacuna llegue a la mayoría de los mexicanos.
Llegado el momento, hay que vacunar a la población, casa por casa.
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